viernes, 4 de septiembre de 2009

Aúuuuuuuuu...!!

No, no es que me duela nada. O quizá sí. Pero lo que yo estoy haciendo es aullar.
Este que veis aquí, remoloneando cómodamente en mi cama, es Udo. Era. ¿Es?... Bueno, para mí siempre es y será mi perro, mi querido e irreemplazable amigo. Murió hace dos años y mi psicóloga me ha dicho que no piense en él, pero parece que no le estoy haciendo caso. Pero no es mi culpa. Es que he mirado el calendario y esta noche hay luna llena de nuevo.
Alaskan Malamute puro, hijo de los campeones del mundo en cuestión perruna, descendiente de lobos y hembras de los perros del pueblo malamute de las frías tierras de Alaska, capaz por su naturaleza de arrastrar un trineo de 500kg... Míralo, con qué cara de sinvergüenza me mira como diciendo: "Aiin, qué cómoda es tu camita, ¿de verdad que no quieres tenderte? Qué pena, porque ya estoy yo, ¿verdad?..." Eso también es algo que me dijeron que no hiciera, dejarle dormir en mi cama, porque eso significaba que él estaba en la misma jerarquía que yo. Pero para mí Udo no era inferior a mí. Yo quería a Udo de una manera más fuerte que a muchas personas. Aunque estaba harto de mí, a veces me dejaba abrazarlo. A veces la gente no comprendía nada, pero Udo lo comprendía todo en silencio.
Como buen descendiente de lobos, Udo organizaba sangrientas cacerías en casa. Huía a una velocidad endemoniada por el pasillo saltando sobre todos los obstáculos y sobre las camas, haciendo unos derrapes alucinantes. Especialmente le encantaba plantarse triunfante sobre la cama de matrimonio de mis padres, mostrándome descaradamente la presa entre sus dientes. Yo sabía que a él le encantaba ese juego, por eso corría todo lo que podía detrás de él. Y es curioso, porque llegó a encantarme correr como una salvaje y derrapar en las camas, y luego era yo la que le llevaba a Udo el desafío... ò,...,ó
La diferencia es que yo le llevaba su pelota o su perrito de goma, pero él siempre escogía como víctima algún pañito de cocina que mi madre acababa de lavar, o una toalla del baño, el último préstamo de la biblioteca... o si había suerte un cuarto de kilo de salchichas (en ese caso ya no había por qué correr detrás de él si apreciabas tu mano). También una vez dio un atraco de un sobre lleno de billetes de 50€. Ignoramos si se comió alguno.
Sí... Udo era mi "lobito"... Guapo, malo e intrépido. Para ser más perfecto, el canalla era educado e inteligente. Sabía dar la pata, sentarse, tenderse, traer cada cosa que le pedías por su nombre exacto. Y encima en inglés, así que ya sabía más que yo... También conocía la técnica de mirar con ojitos brillantes de pena. Pero eran los mismos ojitos que observaban metódicamente todos nuestros movimientos para saber cuál era la presa más valiosa y propicia para robar...
Del mismo modo que yo aprendí el placer de correr hasta la extenuación o de tirarme al suelo en cualquier rincón de la casa, Udo aprendió cosas de humanos. Después de pocas clases de canto y vocalización, y gracias a su talento innato, Udo era capaz de reproducir con gusto exquisito una melodía que yo le cantara o tocara con la flauta. Aunque eso sí, jamás le gustó el perfume.
Pero había algo que mi lobo no sabía hacer. El muy tonto aullaba cuando pasaban los bomberos. Pero no sabía aullarle a la luna. Por eso supongo que una noche de luna llena lo saqué a la terraza y le dije henchida de orgullo lupino: "Udo, ésa es a la que tienes que aullarle". ¿Y cómo podía yo enseñarle a Udo eso? Obviamente, sentándome a su lado y aullándole a la luna. Y cuando Udo me vio, me imitó. No puedo describir qué bien sonaba aquello. No puedo describir cuánto me gustaba aullar a la luna junto a Udo.
Sí... Que estoy como un cencerro, eso ya me lo han dicho. Pero a lo mejor parte de la culpa es porque tú ya no estás aquí, Udo. Ya no puedo aullarle a la luna.

2 comentarios:

  1. Mola el perrito. Ahí dormidito, se le ve blandito y suaaaave ^^ .
    Yo quero uno, pero no me dejan tenerlo en casa Q_Q

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  2. Se me olvidaba: ¡Aaaúuuuuuu! , arf arf :D,,,

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