sábado, 3 de noviembre de 2012

La nave de Pi-piu 3ª Parte

Querida Hipocondria, queridos todos:

Es sábado por la tarde, ha dejado de llover por un rato y la calle parece estar animada. Sin embargo, he decidido pasar la tarde aquí . Afuera está oscureciendo; en mi cuarto la luz está encendida y el ordenador me hace compañía.

- En otras palabras: te regocijas en alimentar tu síndrome de hikikomori.

Bien, Hipocondria, llámalo como quieras. Pero hay algo de placer en dejar que el mundo siga rodando alrededor, sea el día que sea, y tú vayas por libre, como en un mundo propio. Afuera, hay autobuses llenos de gente, centros comerciales populosos, Mc Donald's con largas colas y cines que esperan a llenar o medio llenar sus salas. Aquí estoy yo. Mejor dicho, tú y yo.

- Oh, a mí me encanta hacerte compañía.

Desde la nave de Pi-piu el mundo se ve pequeño, como de juguete. Es como cuando era una niña y veía la ciudad, las tiendas, la gente, y luego los reproducía en mi cuarto con mis muñecas. Aquí mis muñecas son mi imaginación. Yo tengo todo ese mundo que está ahí afuera, pero es sólo que él no sabe que existo.

-Me parece que necesitas más amigos.

No, si los tengo. Es sólo que esta tarde he elegido aislarme del mundo.