lunes, 19 de octubre de 2009

Hello, Ween! (la nave de Pi-piu, 2ª parte)

Hola, soy yo. Supuestamente la misma que tiene que preparar una clase para mañana y exponer delante de una audiencia de 20 personas serias. No. Yo no soy esa, como decía una canción... Realmente a mi corazón le importa un comino si esos niños aprenden algo o si parezco una buena oradora o no, ¿verdad? Luego, cuando mi máscara o disfraz - ahora que se acerca Halloween - esté en peligro, la mente pensará otra cosa. Pero esa que tiene que preocuparse de estudiar y de currar no tiene nada que ver conmigo. Yo soy algo peor, queridos niños... Yo soy esto. Yo soy una página en blanco, quizás. Una no sé cuánto que no sabe qué. Por eso me gusta la nave de Pi-piu. Todo se ve tan lejano aquí... Nadie se asustará de verme, por incompleta que esté. Mi psicóloga, que para suerte suya, nunca podrá entender mi verdadera naturaleza y calaña, me recomendó que me apuntase a algún cursillo o actividad de esos que tantos hay para relacionarse y compartir aficiones. Yo me puse a buscar el cursillo gratis para almas en pena en los tablones del Área de Juventud, pero no estaba. Sin embargo, sí he encontrado un montón de cosas curiosas que hacen los vivos vivientes. Por supuesto, está el cursillo de ofimática para desempleados, el de reparación de calzado y el de maquillaje con maletín de pinturitas de regalo. Tampoco podía faltar el de clases de salsa (ve con pareja, y si no la tienes, ya sabes a lo que vas), el de aerobic, el de escritura creativa y el de teatro. Y seguro que también sabías que hay gente que se reúne para hacer tai-chi, meditación budista, yoga, o aprender sobre las flores de Bach. También, y uno que me gusta mucho, es el taller de encaje de bolillos. Pero resulta que eso no es más que el principio. Resulta que hay un grupo de gente que se reúne algunas tardes en una tetería adonde acude un cuentacuentos que cuenta cuentos al revés. Resulta que hay un encuentro de intercambio libre de idiomas (¿cómo será eso?) en un callejón del centro de la ciudad. Resulta que hay una escasa y extraña porción del género humano que a partir de las 22h del sábado sale por esta ciudad a repartir una especie de "Happy Meals" a los "sintecho"... Resulta que hay una casa de okupas donde se discute sobre arte y cultura... Es que resulta que hay un club de astrónomos que recitan poesía delante del telescopio. Y gente que en vez de irse al "Bershka" se ha inventado algo que llaman "La Tienda gratis" que consiste en que dejas allí la ropa que no quieres y coges lo que te dé la gana. También los hay que comen cocina vegetariana mientras escuchan música de piano, y pequeños conciertos donde fusionan flamenco con tango, milonga, malambo, tap irlandés y el sonido ancestral del bombo legüero con ritmos árabes y africanos con música moderna... (leo textualmente). Y esto no es nada. En fin, tantas cosas que han desatado mi imaginación de fantasma con ganas de atravesar paredes... ¿Cómo demonios será la atmósfera en uno de esos pequeños y escondidos sitios donde se reúne esa gente para hacer esas cosas extrañas, mientras yo paseo otra tarde nubosa confundiéndome entre la gente y la luz de las farolas? Oh, Dios. Así va a ser mucho más difícil encontrar mi forma.

sábado, 10 de octubre de 2009

Chocolate, mentiras y series anime

No tengo nada especial que decir, pero siempre es un lujo poder expresar algo, sentarse tranquilamente junto a la ventana y pensar: "ahora voy a decir lo que me salga del alma". Pues ¿no es verdad, Hipocondria mía, que en esta apartada orilla/ más pura la luna brilla/ y se respira mejor?... Pues la otra noche estábamos Hipocondria y yo tan ricamente aquí sentadas comiendo bombones y viendo anime, sería a eso de las 12, cuando en este bloque de vecinos que a esa hora está más silencioso e inmóvil que las tapias del cementerio, se oyó algo... Algo que ni Shakespeare, ni Quevedo, ni Lope de Vega, ni Bécquer, ni Góngora... ni Petrarca ni Dante ni Garcilaso de la Vega... dijeron sobre el amor... El dulce lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso, he de contar, sus quejas imitando; [...] ¡Oh más dura que mármol a mis quejas, y al encendido fuego en que me quemo más helada que nieve, Galatea!, estoy muriendo, y aún la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas... - TONIOOOOOOO, TRAE P'ACÁ ESOS CALZONES, GUARRO, QUE CON ESE PESTE NO SE PUÉ PARÁ A TU LAO... - ¡ESTARÁ LOCA LA TÍA HISTÉRICA!, QUE ME DEJES YA COÑÑOO... QUE QUIERO DORMÍI - ¡¡COMO NO ME DES ESOS CALZONES PA LAVARLOS A VÉ QUÉ VA A PASÁ AQUÍ ESTA NOSHE!! - ¡VEETE A LA MIERDAA...! - ¡VETE TÚ, MAMARRACHO! Ahora eso de "Oh Romeo Romeo... ¿por qué eres tú Romeo?...", eso suena a tontería al lado de la fuerza expresiva del amor verdadero y auténtico, señores. Habráse visto, la sarta de estupideces que escribían, y escriben, los poetas. Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe. (Lope de Vega) Ahora comparemos todo eso con estas dos exclamaciones: - ¡VEETE A LA MIERDAA...! - ¡VETE TÚ, MAMARRACHO! (El Antonio y la Mari, 32 años de casados). El peso de la sabiduría y de la experiencia relucen como el oro allí donde se pongan. Si es que es lo que digo yo, qué bonito es el amor, cómo lo trastoca todo poniendo ese puntito, ese no sé qué de sentimiento, en cada pequeña cosa de la vida... Qué. No me miréis así. Es cierto que nunca he tenido novio, pero ni falta que me hace. "Love is in the air"...