jueves, 25 de marzo de 2010

Porque quiero

Esta entrada es por eso. Por la única razón válida del mundo. Contra eso no hay quien pueda contestarte. Puedes dudar de todas tus motivaciones o de las que te marcan los demás, pero nunca dudarás que quieres hacer algo cuando quieres hacerlo. A mí me apetece escribir. Podría pensar en las personas o amigos que podrían leer esto y escribir algo exclusivamente para interesarles y entretenerles. Pero soy muy egoísta, para eso soy Capricornio. No hago nada a menos que sea estrictamente necesario. Y lo primero y más seguro es guiarme por mi propio deseo, así seguro que no me equivoco y hago algo de provecho. De todos modos, hay pocos lugares como éste donde pueda decidir que lo que se hace es lo que a mí me dé la gana. No: de hecho, este es el único lugar. Día a día, tengo que hacer cosas inexcusables como trabajar, tratar amablemente a personas que me odian en el fondo, decir y aparentar que puedo con todo aunque en realidad puede que prefiera llorar, sacudir mi ropa y no llevar el coletero de muñequitos que tanto me gusta para parecer respetable. Pero en cuanto llego aquí, retomo mi libertad. Me ocupo de la única cosa indiscutiblemente importante para mí: llenar este hueco que llevo en mi corazón.

jueves, 18 de marzo de 2010

Dante... (¿el de Devil May Cry o Dante Allighieri?)

Una de las extrañísimas veces que mi corazón ha levantado de su fría tumba de indiferencia, me enamoré de ese nombre. Sí, creo recordar que fue durante la carrera. Seguro que fue alguno de aquellos soleados días que seguirán brillando para siempre en un rincón de mi memoria. El cielo azul, el peso de la mochila con los apuntes, mis converse hawaianas y un hueco en el horario. Por aquel entonces, había aún tiempo para soñar. Aún no era hoy. Aquella primavera floreció, las jacarandas y el azahar llenaban los parques cerca de la universidad... No como esta, que aunque florezca, no aparecerá por mi alma. Entonces llevaba unos libros que había tenido que sacar de la biblioteca. Recuerdo que me senté en un banco y comencé por leer los versos de Petrarca a su amada Laura. Estábamos estudiando los grandes italianos. No sé por qué pero no puedo olvidarlo. Aquel día, aquel instante, aquella página, aquella estrofa. ¿Alguna vez has sentido una felicidad tan alta que has pensado que no puede haber más? Si sería fuerte aquel sentimiento que en medio de estas miserias siento su eco resonando en mi interior. Es un tópico decir que el tiempo se para en instantes así, pero es que es lógico y real. En ese momento nada del pasado te pesa, y todo el futuro que deseas es ese mismo presente. Nadie me va a convencer de que aquella que sintió que la tierra se hacía feliz bajo sus plantas está muerta y este zombi que escribe está vivo. Yo estoy allí o no existo, te digo. Además "Dante" es el nombre del personaje de videojuego del que me enamoré. Porque entonces, tú sabes, se podía una enamorar de un semi-demonio con el pelo plateado y chaqueta de cuero roja y no pasaba nada, porque aún no era hoy. Hoy quizá me queda el recuerdo y el consuelo de saber que igual que aquello que me emocionaba tanto, el hecho de que le clavaran cuatro dagas y siguiera andando tan fresco, se parece un poco a cómo aguanto las puñaladas del día a día sin inmutarme, sólo que no tan "cool". Patética, pero eh, yo tampoco debo ser humana del todo. Como siempre, mi entrada ha quedado deshilachada e inconclusa, pero qué más da, este es mi reino de soledad, ¿o no?