miércoles, 28 de julio de 2010

Vida nocturna

Realmente no sé qué título ponerle a esto. Qué interesante soy. Lo primero que hago es advertir al otro de que no tengo idea ni yo misma de lo que quiero hacer. Mal, mal, Lil. La seguridad es la primera regla de la seducción. - Que te lo digan algunos. Que ni en 20 años se han comido una rosca... ¡Hipocondria!, ¿estás aquí? - Sí, ¿no te acuerdas? Volví la otra noche. ¿Cuándo? - La noche que hizo tanto calor. Cuando se te pegaban las sábanas y pensaste por una milésima de segundo que ibas a perecer. Niégalo ahora si quieres... No sé si pensé eso. Además, no voy a negarlo. Cuando no te pones pesada, eres una buena compañera. Y es cierto que tuve pesadillas. - ¿No te encanta tener pesadillas? ^^ Mientras las sueño, no. Pero cuando pasan, son interesantes, si las recuerdas. Aunque... últimamente son más angustiosas. Quería despertar, sabía que era un sueño pero el despertar no llegaba, hasta que me lo creí y todo. - Es porque yo estaba allí. ¿Estabas allí? - Sí. Yo pongo los decorados, justo delante de ti por donde vas a pasar. Voy torciendo las sendas, ladeando los caminos, colocando los detalles, justo los que sé que te gustan o te turban. Caracterizo a los personajes, y con un mínimo gesto sabes los que te dan miedo y los que amas. A veces susurro palabras en tu oído, para que las pienses así. Y puedo abrir puertas dimensionales y hacer bucles en el tiempo para guiarte. Así jugamos toda la noche. ¿Por qué haces eso? - ¿Cómo que por qué? Tú lo pediste. De ese modo te sumerges en todo lo que no puedes decir o no puedes solucionar. El dolor que no quieres o no sabes soportar en la vida diurna te lo sirvo en tus pesadillas. Hmm... Gracias, amiga. ¿Pero crees que eso será suficiente? - No lo sé.